Sí, Londres, ya sabes: Pastel de riñones, taza de té, mala comida, peor clima y esa Mary Poppins de los cojones. ¡Londres!
Snatch: cerdos y diamantes
Pero a pesar de todo, tiene algo que me hace reconciliarme con todo lo que no me gusta del país y enamorarme y re-enamorarme. Londres es una foto analógica y libros de segunda mano, es pollo al curry, son fideos en la calle, es gente guapa, es gente fea, es gente rara pero casi siempre interesante, es la mejor pasta italiana del mundo, es toda la Humanidad dentro de dos o tres edificios, son fachadas de edificios increíbles, son fachadas de edificios reconstruidos, son muchísimos colores contra ese cielo eternamente grisáceo y parques, parques y más parques, son todos los idiomas, es una cena romántica viendo las luces de Navidad en Piccadilly y please and thank you, that’s lovely, sweetheart big time. Londres es singular y plural y, aunque no huele bien, siempre puede entrar en los lugares más selectos. Londres también sabe cómo curarte un poco la morriña, consolándote cuando vas muy triste sentada en el Overground.
No sé, me he puesto tontorrona. Otro día os hago un post turístico de verdad. De momento os dejo un par de canciones sobre Londres para amenizar la velada:
P.S. Pero id a esa pizzeria de Notting Hill y pedid pasta si queréis que se os abra una ventana al séptimo cielo en el estómago (a lo Teletubbie, sí).
Nos vemos por los bares.